Por unas circunstancias o por otras, la realidad de la vida dice que las expectativas creadas durante el noviazgo no se corresponden con la verdad del matrimonio. Los castillos en el aire resultan no ser tales. Aparece el desencanto; la desilusión, dicen algunos. Tal cosa sucede porque el matrimonio, a diferencia de los electrodomésticos, no trae sello de garantía. Es algo que cada uno en particular, cada pareja en especial, debe buscar y conquistar a diario, siempre y cuando, claro está, que lo que pretenda es ser feliz.
Es un hecho que la vida matrimonial cambia con el tiempo y las circunstancias. Las personas evolucionan y la propia relación de los esposos varía con el tiempo. El cambio puede ser favorable o desfavorable: puede convertirse en algo mejor, o suponer por el contrario un retroceso. O también esa vida matrimonial puede quedarse estancada. |
No es oro todo lo que reluce |
El periodo inicial del matrimonio es difícil. Los cinco o siete primeros años de casados son una etapa de acoplamiento: se descubre al otro y a uno mismo en relación con el otro. La vida diaria que hacía cada uno da un vuelco. De repente, dos que se veían con alguna frecuencia, se encuentran compartiendo manteles, cama y sofá. Aparecen las primeras preguntas: ¿Quién es éste con quien me casé? ¿Es ésta la que tanto quiero? La respuesta es afirmativa pero lleva una sombra de duda. Claro que sí se le quiere al otro, ¡y de verdad!, pero hay que aprender a seguir queriéndole en su nueva faceta. Es el momento de la comunicación: hay que hablar, cambiar impresiones, idear la forma de mejorar al otro con cariño, darle mi colaboración pero nunca mi imposición. Es la etapa en la que hay que aprender a ponerse de acuerdo. Son años en los que ver lo bueno del otro, antes que sus defectos, resulta una sana práctica de confianza y aceptación. |
Lo que en esta etapa se consolide de manera positiva, gracias a la comunicación de ambos, supone el inicio de un largo trayecto que permitirá el buen rodaje de la relación conyugal. Cuando en esta época se comparten problemas y dificultades, la buena voluntad de ambos los hará desaparecer o, en el peor de los casos, disminuirán de importancia. | |||||||||||
Rectificar es de sabios | |||||||||||
Superada la primera etapa, marido y mujer comienzan la andadura de un matrimonio adulto. La pareja se encuentra centrada en sus funciones de padres y de profesionales. Habrá mejor comunicación conyugal si, además de saber lo que quiero decir, sé cómo decirlo porque conozco a quien me va a escuchar. Si, como se dice, rectificar es de sabios, es en esta etapa en donde habría que hacer más énfasis en la necesidad de empezar de nuevo cada día, renovando tanto la afectividad como los proyectos. El silencio y la poca comunicación conyugal en esta segunda etapa pueden ocultar conflictos matrimoniales que, de no hablarse o solucionarse a tiempo, conllevan conflictos para la convivencia familiar. Cuando el objetivo es claro se camina en la misma dirección. Para poner un ejemplo, adjuntamos a continuación la ficha práctica "MI MARIDO NO ME COMPRENDE" | |||||||||||
SITUACION: | |||||||||||
María y Ernesto son lo que se dice "un matrimonio bien avenido". Se casaron hace cinco años y son felices con sus dos pequeños: Ángel y Alfredo. Aparentemente el matrimonio marcha bien, no hay entre ellos disgustos especiales y se comprenden mutuamente. Para Ernesto todo es perfecto: atraviesa por un buen período profesional y tiene una mujer que le quiere: siempre le espera en casa, es abnegada, se preocupa por su trabajo. ¿Qué más se puede pedir?
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario