La mitad de quienes se hacen cargo de un familiar con enfermedad de Alzheimer u otro tipo de demencia reconoce que ha ejercido algún tipo de comportamiento abusivo hacia esa persona y hasta un tercio de los cuidadores admite que sus malos modos han alcanzado niveles significativos, según un estudio llevado a cabo en Gran Bretaña y publicado en British Medical Journal.
A pesar de lo alarmante de estos hallazgos, los responsables de la investigación señalan que los resultados de la encuesta que plantearon a 220 cuidadores no les parecen sorprendentes, ya que la mayoría de las personas con demencia son atendidas por parientes o amigos sin ningún tipo de ayuda. A pesar de ello, la mayoría de los estudios llevados a cabo tanto en Reino Unido como en otros países han indagado la existencia de maltrato sólo en residencias geriátricas.
En la mayoría de los casos, el abuso se limitaba a gritos e insultos, y sólo un 1,4% de los encuestados declaró haber llegado al maltrato físico. Sin embargo, los autores advierten que esta cifra podría ser considerablemente superior porque es posible que quienes peguen al enfermo no lo reconozcan, o bien ni siquiera se presten a participar en sondeos de estas características.
El tipo de abusos analizados, casi siempre de carácter verbal, lleva a los expertos a señalar que un planteamiento «más realista» de los malos tratos debería considerarlos como una variada gama, en vez de «como un fenómeno de todo o nada».
En esa línea, subrayan que la práctica totalidad de los familiares «hace un trabajo magnífico en circunstancias muy difíciles» y apuntan que los profesionales sanitarios «suelen ser reticentes a preguntar sobre posibles malos tratos a los familiares». Esta actitud supone una barrera para quienes están preocupados por cómo hay que atender a las personas con demencia y están deseosos de comentar los problemas a los que se enfrentan y obtener ayuda.
La razón por la que médicos y enfermeras rehuyen indagar puede ser el temor a que se requiera la intervención de las autoridades y el anciano afectado sea alejado de su hogar. Sin embargo, hablar a tiempo sobre las dificultades del cuidado puede evitar que el abuso se agrave.
