23 febrero 2007

Monoprecariedad familiar

El pleno municipal trata hoy una moción sobre las grandes dificultades sociales que atraviesan unas 16.000 familias monoparentales de la capital granadina
LOS actos de la Expo´92 de Sevilla coincidieron con la llegada de Mimouna El Kaddouri a Málaga. Mientras la capital hispalense enseñaba lo mejor del mundo repartido por pabellones, ella se refugiaba en una casa prestada donde no había luz ni agua ni parte del techo, en pleno centro de la capital malacitana. Llegó huyendo de Marruecos porque se negaba a formar una familia de conveniencia con un hombre desconocido y hoy vive en Granada con cuatro hijos. El padre de los menores abandonó el barco.
El modelo familiar de esta mujer es idéntico al de 16.000 más en la capital y 30.000 si se cuenta con toda la provincia, según un reciente estudio de la Universidad de Granada. La figura del progenitor la asume la mujer en un 80% de casos de estas familias y la media de edad de estas féminas está por debajo de los 45 años. La dura historia de vida de Mimouna quizá no resulte representativa de la amplia mayoría de las mujeres que crían a su hijos sin ayuda de nadie, pero su rutina diaria sí se parece mucho.
¿Problemas? «Tienen muchos» y «bastantes dificultades para superarlos», cuenta Esther Orenes, trabajadora social de la asociación sociocultural de Adultos de Cartuja. Una oenegé convertida en un pulmón de oxígeno para muchas de estas madres de la Zona Norte de Granada. «Aquí hay mujeres adolescentes que se quedan embarazadas como paso previo a salir de casa de sus padres y otras ya adultas padecen el problema de la baja cualificación profesional».
Otro porcentaje importante se encuentra en la calle después de convivir con su pareja durante años y tras la separación o divorcio se suelen quedar al cargo de los hijos. «La mayoría alcanza acuerdos verbales con sus ex parejas y cuando pasa el tiempo estos pactos se los lleva el aire. Con el consiguiente crecimiento de la precariedad económica», señala el concejal socialista Miguel González, quien presentará en el pleno municipal de hoy una moción para impulsar la colaboración de las tres administraciones en aras de ayudar a este colectivo. Las dificultades para compatibilizar trabajo y familia ahogan a la mayor parte de estas unidades monoparentales. Mimouna abandonó hace pocas semanas el empleo en una empresa por la imposibilidad de compatibilizar su trabajo con la crianza de sus cuatro hijos. «Iba por la mañana y por la tarde. Cuando alguno de mis hijos se ponía enfermo no podía faltar a mi puesto. Muchas veces tenía que ir a cuidar a personas mayores y, sin embargo, eran mis hijos quienes más necesitaban esos cuidados». Esta marroquí de 36 años cuida de dos personas mayores por 700 euros al mes y sin seguridad social. «Al menos ahora tengo un horario mucho más flexible y puedo cubrir las necesidades de mis hijos tanto en fines de semana como en cualquier otro momento». Laura Guillén dirige la asociación de empleadas de Hogar de Granada.
«El servicio doméstico es una de las escasas salidas profesionales que les quedan y hacen malabares para compaginar la crianza de los hijos con el trabajo. Padecen una importante problemática y tratamos de ayudar cómo podemos».
La asociación de Adultos Cartuja también colabora de forma directa con estas mujeres a través de cursos formativos que más tarde sirven para ayudarlas a encontrar trabajo. Mimouna logró colocarse en una empresa de cuidado de personas mayores gracias a uno de estos cursillos. Mimouna ha olvidado la última vez que se dio un capricho. La última vez que se dedicó un poco de tiempo. La última vez se ha borrado de la memoria. «Yo sólo me detengo para dormir, como el resto de mujeres en mi misma situación. Los fines de semana los pasó limpiando, poniendo lavadoras y dedicada a mis hijos. El resto del tiempo es para llevar a los críos al colegio, recogerlos, comprar, hacer la comida, coser ( ), y trabajar en la calle. Estoy contenta con la familia que cuido». Así es la monoprecariedad familiar.
El 75% no tiene cubiertas sus necesidades habitacionales, lo que se traduce en más de 22.000 familias monoparentales a un paso del riesgo de exclusión social. Y mientras tanto esta realidad no tiende a disminuir. El paso de los años no refleja una disminución del número de separaciones o divorcios.
Mimouna lanza un consejo: «No hay que dejar de creer en uno mismo para seguir adelante».

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