La Leucemia es una enfermedad caracterizada por una detención en la maduración de las células encargadas de la formación de los constituyentes de la sangre, con una proliferación y crecimiento descontrolado de células sanguíneas inmaduras. Esta proliferación se origina a nivel de la médula ósea, a partir de la cual se disemina a la sangre y los distintos tejidos.
Representa el cáncer más frecuente en la infancia, alcanzando el 35 a 40% de los cánceres pediátricos, con una incidencia de 3 a 4 casos por cada 100.000 niños menores de 15 años, por año.
Si bien las causas desencadenantes del cuadro se desconocen, se han asociado algunos factores como la exposición a radiaciones ionizantes, agentes químicos (pesticida, benceno, etc.) o alquilantes; pero raramente, se observan estos antecedentes en los niños.
En la década del '60, representaba una enfermedad mortal con un 80% de fallecimientos a los 6 meses de diagnosticada la enfermedad. Posteriormente, gracias a un mayor conocimiento del desarrollo tumoral, se desarrollaron efectivos esquemas de tratamiento con un índice de curación entre un 50 y 70% de los casos.
El tratamiento:
A partir de la década del '70 y como consecuencia del mayor conocimiento de la enfermedad y a un mejor desarrollo de los esquemas terapéuticos, más del 70% de estos niños pueden curarse, alcanzando sanos la edad adulta.
El tratamiento de la Leucemia se basa fundamentalmente en dos pilares:
- la quimioterapia, que tiene como objetivo la desaparición de las células leucémicas,
- y el tratamiento de soporte con el propósito de controlar las complicaciones que pudiesen aparecer. Es de gran importancia un control adecuado de las hemorragias y de las infecciones, las que pueden llegar a ser fatales.
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