31 marzo 2006

Tres millones de mayores españoles ricos en patrimonio tienen problemas para llegar a fin de mes

La propiedad de una vivienda supone el único capital de este colectivo cuyos ingresos mensuales apenas superan los 350 euros.

La baja cuantía de las pensiones y la riqueza que aporta la propiedad de una vivienda, han originado nuevas opciones financieras para paliar los problemas de liquidez que sufren buena parte de los mayores en España.

En nuestro país hay un millón de personas mayores de 65 años que habitan solas en viviendas de su propiedad y disponen de una renta que se sitúa entre los 330 y los 430 euros al mes. A ellas se suman otros dos millones de propietarios que conviven con su pareja y cuyos ingresos conjuntos no alcanzan los 1.000 euros mensuales.

El presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO), Aurelio Martínez, propone, en exclusiva para la revista VIVIR CON JÚBILO, una serie de pautas para mejorar la calidad de vida de este colectivo. En primer lugar, aboga por aclarar las razones últimas del ahorro: “ahorramos en determinadas fases de nuestra vida para poder consumir algo más en las de menores ingreso o mayores gastos (como el paro temporal o la jubilación)”.

Además, recuerda que si una persona fallece sin consumir sus bienes, transfiere dicho ahorra a sus herederos o, de no existir éstos, al Estado. Sin embargo, la situación actual (menos hijos, padres que se sacrifican para proporcionarles educación y medios para que salgan adelante, la mayor esperanza de vida que hace que el momento de heredar se alargue en el tiempo, etc.) han hecho que la transferencia del ahorro a las generaciones posteriores pierda buena parte de su significado.

Como afirma el presidente del ICO, “en España ha existido desde hace muchos años una política económica que ha favorecido y potenciado la adquisición de viviendas” y añade que el resultado de esta política se resume en que “actualmente el 90 por ciento de la riqueza familiar se concentra en viviendas y sólo el 10 por ciento está ubicada en activos financieros”. Y este problema se agrava en los mayores de 65 años que, siendo teóricamente ricos porque poseen una casa, apenas pueden mantenerla porque sus ingresos son muy bajos.

En este marco han surgido modalidades de prestamos hipotecarios inversos. La idea que subyace es, como explica Martínez, muy sencilla: “se prestaría una cantidad mensual a los poseedores de un activo real (un piso), contra la garantía de dicha propiedad, durante un largo periodo de tiempo. La cuantía mensual podría ser fija o variable, hasta un tope máximo anual y los mecanismos de salida oportunamente fijados”.

Es decir, el propietario pide una cantidad al banco que se va restando del valor de su vivienda pero puede seguir residiendo en ella. Cuando fallece, los herederos deciden si quieren saldar la deuda con la entidad financiera para quedarse con la vivienda; venderla para pagar el préstamo o llegar a algún otro acuerdo con el banco.

Más información: Revista Vivir con Júbilo

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