24 julio 2006

En España hay 4 millones de extranjeros; atenderlos genera puestos de trabajo

«Se suele hablar de los inmigrantes con estereotipos y generalizaciones»

La inmigración y el racismo han ocupado estos días los actos celebrados en el centro cultural de La Arena con el curso de verano «Racismo, xenofobia, inmigración: viejas y nuevas retóricas de la exclusión», que finaliza hoy tras varios días de charlas y conferencias. Miguel Ángel de Prada, sociólogo y miembro de la empresa Colectivo Ioe, de investigación social, fue el encargado ayer de hablar en el curso sobre la inmigración y las dificultades de la integración de los inmigrantes en España.

  • ¿Por qué cree que la inmigración es uno de los asuntos que más preocupa a la sociedad española?

Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, lo que más preocupa a los españoles es el paro, y después, en tercer o cuarto lugar, la inmigración. Este asunto no preocupa de una manera personal, es más bien de un modo general, y creo que influye mucho que salga constantemente en los medios de comunicación las imágenes de pateras o la valla de Ceuta y Melilla; son imágenes que impactan.

  • ¿Influye el temor a que ocupen puestos de trabajo los extranjeros?

Se dan dos situaciones. En algunas multinacionales los que ocupan los altos cargos son extranjeros. Pero también hay trabajos que realizan en su mayoría inmigrantes porque los de aquí no quieren hacerlos: servicio doméstico, cuidado de ancianos, etcétera. Aunque en ocasiones la preocupación es por los bajos salarios que cobran los inmigrantes. Es una cuestión complicada. De todos modos, hay cuatro millones de extranjeros en este país, mas o menos, y esos cuatro millones tendrán que comer, vestirse, ir a la escuela, etcétera. Y alguien tendrá que proporcionarles esos servicios. Por tanto, yo creo que también generan puestos de trabajo.

  • ¿Ha crecido en los últimos años el rechazo hacia los inmigrantes entre los españoles?

Yo creo que no. Lo que sí ha crecido es la preocupación por los temas. Ahora hay más sensibilización con este asunto. Por eso son más visibles los casos de racismo.

  • ¿Se hacen diferencias entre los inmigrantes dependiendo de donde vengan?

Se suele hablar de la gente con estereotipos, y generalizamos a razas o países enteros con un comportamiento determinado. Por ejemplo, en Castellón no se tiene el mismo concepto de los rumanos que se puede tener aquí. Allí, la mayoría son técnicos que trabajan en la industria del azulejo, por lo que tienen otra consideración social. A veces hablamos sin precisión e «inferiorizamos» a un sector, les quitamos oportunidades en la sociedad.

  • ¿Se ha llegado a alguna conclusión en estas jornadas?

Hemos dado una visión global, para que los alumnos tengan una visión de conjunto de cómo se construye la desigualdad.

  • Estos días se ha hablado mucho del problema con el pesquero «Francisco y Catalina», que recogió a 50 inmigrantes en alta mar y al que Malta puso muchas trabas para que atracase en alguno de sus puertos.

El problema es que la normativa en esos casos con los polizones es muy estricta. No entiendo por qué existen derechos humanos por los que uno pueda salir de su país si quiere, pero al mismo tiempo no haya ninguna obligación por parte de las naciones a acoger a estas personas. Porque si uno sale tendrá que llegar a alguna parte. Es como lo de las pateras, la gente está desesperada por salir de su país. Por eso vienen de cualquier manera.

Ya hay 500.000 desplazados por la guerra de israelíes y palestinos en Líbano.

Como siempre en estos casos, los más perjudicados son los sectores de la población más vulnerables: ancianos y niños. No son un flujo de inmigración normal de gente joven o no tan joven pero sana que se marcha de su país por propia voluntad. Tendrán un montón de problemas como enfermedades o dificultad para moverse de una ciudad a otra. Que la comunidad internacional esté viendo esto y no haga nada clama al cielo.

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