09 agosto 2006

Inmigrantes en busca de residencia: seis horas mínimo

La inmensa avenida de los poblados, en el madrileño barrio de Aluche, no puede ocultar sus más asiduos visitantes. Son centenares de inmigrantes que se agolpan a las puertas de la Brigada Provincial de Extranjería, ansiosos por terminar con el interminable papeleo para obtener una tarjeta de residencia, el requisito para poder ir a ver a los suyos y regresar a España sin problemas.

La filas para renovar el pasaporte se quedan cortas comparadas con ésta. Dura una media de entre seis y ocho horas. Los inmigrantes han de acampar toda la noche en la acera, guardando turno.

La primera regularización de inmigrantes se puso en marcha hace un año, por lo que, es ahora, en pleno agosto, cuando muchos de los que ya soportaron las inmensas colas tienen que volver para renovar la documentación.

Riadas de inmigrantes procedentes de todas partes se distribuyen en tres colas: una de información en la que recogen los formularios necesarios para la tramitación de los papeles, otra en la que les toman huellas y la última, que tienen que hacer unos 40 días después de haber hecho las otras dos, para recoger la tan deseada tarjeta de residencia.

"Sin papeles era mucho más fácil trabajar”, denuncia Lucila, una colombiana que lleva seis años en España. Sus ojos, hundidos pero relucientes, reflejan el largo y tortuoso camino que ha tenido que recorrer para estar en esa infernal cola que le conduce al paraíso.

Y es que las personas que están en esa cola son los privilegiados que han conseguido un contrato laboral, después de llevar trabajando años de manera ilegal. La tarjeta de residencia no sólo les proporciona un pasaje para ir a sus países, sino que también les otorga deberes y derechos. Y son precisamente esos derechos los que los contratantes tienen más dificultades en aceptar.

Documentación necesaria para la renovación de la Tarjeta de Residencia

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