La relación entre salud mental y dependencia es obvia. Las personas que sufren enfermedades relacionadas con diferentes trastornos mentales (alzheimer, parkinson, esquizofrenia, etc.), les incapacitan y por tanto les hace ser, en mayor o menor medida dependientes. Coordinar estas dos atenciones es lógico que sea una cuestión a tener en cuenta.
No es fácil llevarlo a cabo, ya que la elaboración de las dos normas (Estrategia de Salud Mental y Ley de Dependencia) que deberían entrar en juego para coordinar estas actuaciones se han hecho por separado, sin duda un fallo que debería haberse tenido en cuenta previamente, y que implica ahora un esfuerzo añadido por engarzarlas.
La ministra de Sanidad, Elena Salgado, ha recogido el guante lanzado por las comunidades autónomas en este sentido, aunque reconoce que "se necesitarían matizaciones en el abordaje de la salud mental para coordinarlo con la actuación en dependencia".
Los responsables autonómicos han señalado que el Ministerio de Sanidad debería encargarse de controlar los aspectos de coordinación de la dependencia y los enfermos mentales, pero esta cuestión sería un paso posterior a la posible interrelación de la Estrategia de Salud Mental y la Ley de Dependencia que está por ver que llegue a ser una realidad en un futuro cercano.
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