04 septiembre 2006

Carabanchel pide un hospital en la zona donde entrena la Benemérita

Una bomba lacrimógena desató el martes el pánico en la antigua cárcel

La asociación de vecinos de Aluche lleva casi treinta años, se dice rápido, intentando que lo que era la cárcel de Carabanchel y ahora no se sabe qué es (¿refugio de indigentes?, ¿campo de prácticas para la Guardia Civil?), se convierta en una zona de instalaciones que incluya un hospital. «Comenzamos a finales de los ochenta, cuando se supo que iban a trasladar las cárceles que estuviesen en el interior de ciudades», comenta su vicepresidente, A. Méndez.

El martes pasado, 100 inmigrantes resultaron afectados por una bomba lacrimógena de la Guardia civil que cayó donde no debía, es decir a escasos 50 metros de unas 500 personas que hacían cola en la la Brigada de Extranjería, anexa a la comisaría de Latina. El incidente ha colmado la paciencia de la asociación. Los agentes, al parecer, tienen licencia para realizar prácticas en los terrenos de la vieja penitenciaría, y todo se debió a un accidente, pero los vecinos lo consideran una intolerable situación de indefensión.

Oídos sordos

«Le reclamamos al Ayuntamiento la revisión del plan general, a la Comunidad la construcción del hospital, y sobre todo al Ministerio que renuncie a lucrarse y nos conceda la zona a los habitantes». Actualmente está prevista la construcción de 1.300 viviendas de precio libre en el terreno, y las denuncias vecinales vienen siendo ignoradas desde que comenzaron. «Cuando gobiernan unos, nos apoyan los otros, y viceversa, pero los de arriba siempre hacen oídos sordos», comenta Méndez. «El PSOE de Carabanchel y el de Latina nos apoyan, pero el problema es el Ministerio, que ni siquiera se ha dignado a recibirnos».

Los miembros de la asociación afirman que el incidente del martes fue la primera noticia de que la zona se utilizase para prácticas de la Guardia Civil. «Está abandonado, entra quien quiere», dicen, «de hecho, hay indigentes que viven en el interior. Lo del otro día ya es el colmo... ¡Es una zona de paso constante!».

Mientras que los ánimos se encrespan una vez más, la antigua cárcel sigue sin uso. Son ya 7 años, y hay quien piensa que, en parte, la construcción de pisos está parada gracias a la labor de la asociación. «Quizá», admite Méndez, «éstos son los dos distritos más poblados de Madrid, casi medio millón de personas, y el que gobierne y no escuche las reivindicaciones ciudadanas pagará el precio de ir en contra de la opinión de miles de vecinos».

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